La tradición arquitectónica de la Iglesia Católica establece que la entrada de las iglesias debe mirar hacia el poniente. Este templo vallisoletano situado frente a la Plaza Principal tiene su actual entrada hacia el norte, por un dramático acontecimiento histórico. La noche del 15 de julio de 1703, Fernando Hipólito de Osorno y Pedro Gabriel Covarrubias fueron asesinados en el interior del templo por orden de los alcaldes Ruiz de Ayuso y Fernando Tovar. El hecho pasó a la historia con el nombre de «Crimen de los Alcaldes», y la iglesia fue remodelada como desagravio, cambiándose su entrada. No obstante, se conservó el pórtico de la fachada original, con las imágenes de los Apóstoles Pedro y Pablo.

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